Antes de la Santa Misa se pronunciaron unas palabras para preparar nuestro interior y así vivir intensamente el Misterio de la Eucaristía:

"Todo hombre, desde el nacimiento a la tumba, se pasa gran parte de la vida obedeciendo. Como seres humanos y como cristianos resulta provechoso que tengamos buenas razones para obedecer. Además, la obediencia agrada a Dios. Jesús, nuestro modelo, es un testigo supremo de obediencia. Obedeció por largos años a Dios en Nazaret, sometiéndose a sus
padres. Obedeció a Dios durante su vida pública, teniendo como su alimento diario la voluntad de su Padre. Le obedeció hasta la muerte, y tuvo una muerte de cruz. La obediencia, cuando se hace con fe y con amor, infunde una gran paz en el que obedece. La obediencia creyente y amorosa contribuye con gran poder a la maduración de la personalidad cristiana, que tiene como programa, por encima de todo, la voluntad de Dios. «Ante todas las cosas, tu Voluntad, Señor».

En la Soberana y Militar Orden de Malta, la obediencia implica un estilo de vida, una entrega especial a Dios a través de la defensa de la fe y del servicio a nuestros Señores los pobres y los enfermos, «Tuitio fidei et obsequium pauperum», así como una responsabilidad mayor para vivir la Espiritualidad desde la actividad familiar y profesional, quienes prometen Obediencia en la Orden adquieren no un status mayor sino un Decompromiso mayor".