Cada 21 de septiembre, celebramos el Día Internacional de la Paz, una fecha que nos invita a detenernos y reflexionar sobre el estado de paz en el mundo y en nuestras propias vidas. En un contexto global marcado por guerras y conflictos, la paz parece un ideal lejano, pero es precisamente en estos momentos cuando debemos trabajar más arduamente para alcanzarla.
En México, los desafíos para la paz son muchos. La violencia derivada del crimen organizado, la pobreza, la corrupción y las desigualdades sociales han generado un clima de inseguridad que afecta a miles de familias. En la Orden de Malta México, creemos que la paz no es solo la ausencia de violencia, sino la presencia de justicia, igualdad y respeto por la dignidad humana.
Trabajamos cada día para ser instrumentos de paz, llevando ayuda y esperanza a aquellos que sufren las consecuencias de la falta de oportunidades y la violencia. A nivel internacional, la Orden de Malta ha desempeñado un papel crucial en la promoción de la paz desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en el contexto de la guerra en Ucrania y los conflictos en Israel y Gaza, continuamos con nuestra misión de proporcionar asistencia humanitaria a las víctimas de la guerra.
En Ucrania, nuestros equipos trabajan en la distribución de alimentos, medicinas y refugio para los desplazados por el conflicto, mientras que en Gaza, colaboramos con el Patriarcado Latino de Jerusalén para brindar asistencia médica y suministros de emergencia a una población devastada por años de conflicto. La paz comienza con pequeños actos, con el diálogo, la empatía y el respeto mutuo.
Este Día Internacional de la Paz, hacemos un llamado a todos los sectores de la sociedad a trabajar juntos por un México y un mundo más pacíficos. A nuestras autoridades, les pedimos que promuevan políticas públicas que atiendan las causas profundas de la violencia, como la pobreza y la falta de acceso a la educación y la salud. A la ciudadanía, les recordamos que la paz también se construye en casa, en las comunidades y en las relaciones cotidianas.
Que este día sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la paz, entendiendo que no es solo un ideal, sino una responsabilidad compartida. Como seguidores de Cristo, sabemos que la verdadera paz solo se logra a través del amor y el servicio a los demás. Que, con la ayuda de Dios, podamos ser constructores de paz en cada uno de nuestros entornos, transformando el miedo y el odio en esperanza y reconciliación.
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